Descripción
Ed. bilingüe promovida por la Federación Agustiniana Española..
Introducciones, bibliografía y notas de Pedro Langa.
Traducción de Santos Santamarta del Río. Índices de Pío de Luis.
Aunque siempre comporta un trauma, de distinta magnitud según los casos, todo cisma o herejía suele tener un aspecto positivo en la vida de la Iglesia: normalmente se hace acompañar de un proceso de purificación y de un esfuerzo de reflexión que aboca a un avance en la comprensión de la fe. Ambas cosas van unidas al donatismo, contra el que el Obispo de Hipona hubo de librar su segundo gran combate. Significó una sangría interna para la «Católica» y un debilitamiento frente al exterior, incluso después de desaparecido oficialmente; pero a la vez fue origen de un impulso creador, gracias sobre todo al genio y celo pastoral de San Agustín. Si del debate la Iglesia salió debilitada socialmente, salió fortalecida doctrinalmente.
El donatismo es, si no un producto, sí un subproducto de la era constantiniana. En la confrontación entre Agustín y los donatistas emergen dos modos de entender la presencia del cristiano en el mundo; dos maneras de entender —si no en la práctica, sí en la teoría— las relaciones entre la Iglesia y el Estado; dos formas de comprender la comunicación de la gracia divina a los hombres en el interior de la Iglesia; en última instancia, dos eclesiologías y, a su lado, dos tipos de teología sacramentaria.
Ambas posiciones se esclarecen con los textos agustinianos. La del propio Agustín, como es obvio, en las muchas páginas que dedicó a exponerla, no como suya personal, sino como de la «Católica». La donatista, porque el Santo no sólo se limita a refutar a su adversario, sino que nos aporta en su tenor literal numerosos documentos donatistas que sólo gracias a él han llegado hasta nosotros, y que son material imprescindible para conocer en su propio contexto el movimiento cismático.
En la confrontación, las tesis agustinianas salieron vencedoras y pasaron a la posteridad, como precioso legado de aquel desgarrón eclesial. Sus aportaciones, con el consiguiente enriquecimiento, se extienden de modo particular a la teología de la Iglesia y de los sacramentos, a la pneumatología, a la teología de la caridad en estrecha vinculación con la de la unidad, e inspiraron repetidamente a los Padres del Vaticano II. El dato significa que ocuparse en la lectura de estos escritos no es sólo ejercicio con vistas a la erudición, sino también esfuerzo por sacar del pasado luz para nuestro presente.